Monumento en Catedral Monterrey

"El padre Jardón era sacerdote hasta la médula de los huesos. Fué un hombre de intensa oración, de recia fe; un hombre en constante lucha contra el pecado; hombre pastoral apasionado por la predicación, el confesionario, la catequesis y la visita a los enfermos. Un hombre sin ambiciones que quiso ser sacerdote para salvar almas, hombre evangélico que se inclinó por los pobres. Todos los días practicó la caridad derramando bienes sobre todos los necesitados. Ejemplo de su generosidad y amor al prójimo son todos y cada uno de los actos de su vida. Para él, lo más natural era desprenderse de lo que tenía para aliviar necesidades ajenas. Cuanto caía en sus manos lo daba más adelante."